Lo que argumentan es que en el chalequeo los amigos saben hasta donde llegar con las bromas. No se hacen de forma recurrentes y la idea es divertirse y no hacer año. Sin embargo, cuando los mismos estudiantes relatan episodios de bullying o acoso escolar, utilizan la palabra chalequeo para calificar la acción.
Solemos consultarle en dónde está el límite entre el chalequeo y el bullying, la línea suele ser muy delgada y fácil de traspasar.
Es necesario tener claro que el acoso escolar es una forma cruel de violencia, siempre causa daño, dolor y malestar. Se hace contra la voluntad de las personas, de forma deliberada, con una estrategia pensada, que basa su éxito en debilitar, agredir físicamente, ignorar y humillar a la víctima.
Mientras más mal se sienta, más poderoso y exitoso se sentirá el agresor. Se da el acoso porque existe un entorno que lo tolera, inclusive lo propicia. Ese no hacer nada que se llama negligencia, es una forma callada de violencia: caldo de cultivo para la impunidad, las injusticias…
El acoso escolar es violencia porque tiene cinco componentes claves:
- Es intencional.
- Su objetivo es hacer daño.
- Es reiterado.
- Se vale del poder para ejercer control y obtener popularidad.
- Utiliza el miedo como estrategia de sometimiento de la víctima .
Irrespeto a la diversidad
La intolerancia o irrespeto a la diversidad no es otra cosa que la incapacidad de aceptar a quien es diferente. Se excluye a quien no es, piensa o actúa diferente. Se rechaza a las personas por su color de piel, contextura física, gustos o intereses, religión, forma de hablar, de vestir e incluso por su rendimiento académico. Se vive en las familias, centros educativos, comunidades y sociedad en general.
Nuestros hijos y estudiantes, ante la necesidad de sentirse populares, pueden utilizar el acoso escolar para discriminar a los que no son sus iguales, o perciben diferentes. De hecho, con frecuencia en los salones existen diferentes grupos que se constituyen porque tienen gustos o intereses similares, y a veces también problemas parecidos.
No es raro escuchar cómo los diferentes grupos (“nerds”, “gallos, “x”, “invisibles”, “populares”, “sifrinas”, “tuquis”) comparten un mismo salón pero no se relacionan ni comunican entre sí; al contrario, compiten, se agreden, se ignoran. Se genera violencia y se dificulta la convivencia escolar.
Se utilizan las bromas y los chistes para ofender a otros estudiantes. Con los sobrenombres y apodos se humilla al otro porque, aunque argumentan que se emplean “con cariño”, nos valemos de una condición física (blanco, negro, gordo, pequeño, grande, bonito, feo...) para sustituir sus nombres.
Existen estudiantes que no se afilian a los grupos existentes por diferentes razones y los compañeros los estigmatizan como antisociales y justifican excluirlos, rechazarlos e incluso agredirlos por su forma de ser. Se parte de la idea de que si no se asocian a uno de los grupos no están en nada.
La discriminación es una agresión psicológica que socava la dignidad y autoestima. No se puede promover ni tolerar en nuestras familias, centros educativos, deportivos, religiosos, comunitarios.
Cuando el chalequeo se utiliza para molestar, de forma reiterada, delante de un grupo que celebra y apoya las bromas pesadas e hirientes, se convierte en bullying o acoso escolar.
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