La Europa siglo XX, vuelta trizas después de sus dos guerras síndrome de menopausia civilizatoria, se tiró de chapuzón a la piscina de la senectud cultural que USA le brindó en deuda líquida con todo y requiéscat in pace ideológico escrito en Hollywood, demiurgo de la muerte del comunismo. Se pondría entonces el mundo de revés con las cosmogonías convertidas en orígenes de destrucción mortal, por eso Hiroshima y Nagasaki nada tienen de mitológicas; ni siquiera la alucinante sombra humana impresa en un muro por la luz de la oscuridad.
Europa, cuna del comunismo y de Carlos Marx, ni se enteró cuando los tiempos históricos se le sobrepusieron sin amalgamarse, como si la hubiera sacudido un terremoto filosófico de gran magnitud y poca profundidad. No pudo interpretarse a sí misma la burguesía, cada una en su propio cantón territorial, amasando capital con su ejército de reserva proletaria en ascuas, se embriagó en sueños de progreso ilimitado, en ilusiones de modernidad capitalista tecnocrática, en luces de liberalismo de expansión arrolladora, y llegó USA sin que nadie la llamara, con una Colt 45 y la asaltó en nombre de una extraña alianza bélica contra quienes derrotaron el nazifascismo: los comunistas.
Ese es el principio civilizatorio, la cosmogonía imperial de una centuria nacida en decadencia, y en esa decadencia andamos todos metidos en un saco y a punto de ser arrojados al Mapocho por la mano invisible del mercado.
Esa es la fuente cultural hegemónica siglo XX: la incongruencia mitifica, los medios deifican, los académicos mienten, los intelectuales balbucean, los explotados cada día son más explotados, y los explotadores, segundo a segundo, potencian sus ganancias. Aquí es donde aparece como ejemplo el insignificante Mendoza, nieto e hijo de otros insignificantes Mendoza, pero cuando la incongruencia mitifica, los medios deifican y los académicos mienten cualquier trapo es un pañuelo, decía mi abuela, y este decir alcanza a los empresarios que compran intelectuales, académicos y políticos, con las ganancias que arroja el petróleo, es decir, sus rentas usurpadas mediante la rapiña, la desinversión y la usura, la flojera mental burguesa y la sobrexplotación de la clase obrera dejada a la mala de Dios.
En medio de un bochinche de nociones dispersas y arrejuntadas en demencial sincretismo teorético-sociológico, aparece la noción ciencia como sinónimo de técnica o viceversa, y se nos presenta Oscar Schemel como el Einstein de Ismael García. Schemel le mete al oráculo y juega dominó con las estadísticas de laboratorio, ese artificio que puesto al servicio de las mafias se hace magia. Schemel a todo responde sí pero no, y al final resulta que el “Comandante Chávez” -¿no se oye raro en boca de Schemel?- siempre tuvo la razón y por inferencia, Maduro está pelando pedal, el piso “importante” de apoyo chavista está dudando, está frustrándose, el discurso del gobierno debe dejar de ser abstracto, que si el imperialismo, que si el socialismo, que si la guerra; debe prescindir de simbolismos y pasar a la solución de problemas como la corrupción, el desabastecimiento, la inseguridad, la salud precaria, y el alto costo de la vida.
¡Nada más y nada menos! Maduro, por lo visto, sólo se ha dedicado a construir simbolismos -“el chavismo es muy bueno para eso”- como el del “Comandante Chávez”… El que tenga oídos que meta la lengua en tapara; no sé, digo yo, a lo mejor resulta que la Cesta Petare, como Dólar Today, es más rentable que la bolsa CLAP. Al fin y al cabo es otro indicador paralelo del Estado paralelo y su canciller Luis Florido.
El tema Polar, un tanto relegado por el revocatorio en tiempos de demencia senil Ramos-D’Agostino, transversaliza lo que se ha dado en llamar la “crisis” venezolana, y Schemel ni por el carajo la asoma como factor causal de la fluctuante “subjetividad del venezolano”. Pero cuando suena el dúo María Corina y Lorenzo, piedras traen. Lorenzo anda diciendo por ahí que si el presidente Maduro lo invita a dialogar, él va. La María Corina que anda con sus calorones cual Ramos-D’Agostino, anda amenazando por allá con que si no hay revocatorio se alza el 1 de septiembre: por las piedras los conoceréis.
Por otro lado, el presidente de Fedecámaras, con su cara ad hoc de enanito de Blancanieves, dictaminó a principio de semana que diálogo es ser humilde y pedirle ayuda a él, como si en este país no se estuviera jugando el futuro planetario, ¡sí, planetario!, en cuanto a petróleo tenemos las mayores reservas probadas del mundo, y Norteamérica ya trituró las piedras hasta escurrir su última gota y más. El señor Fedecámaras ni entiende de qué va.
En primera y última instancia, Polar sólo produce beneficios monopólicos para Lorenzo y su familia, seguramente otros beneficiarios anden embozados tras la “crisis” puesta a rodar por la mediática, así como el tal conflicto de poderes (¿cuáles poderes?), si nomás la MUD, mesa de las patas rotas, pretende imponerle su voluntad inconstitucional al Poder Soberano del Pueblo, del que votó por ellos y de los chavistas que votamos por Maduro.
En primera y última instancia el bachaquero Lorenzo Mendoza no hace otra cosa más que intermediar intereses financieros, sin la renta petrolera la ilusión Polar desaparece y se convierte en ratón cervecero, no hay nada nuevo bajo el sol cuando llega el ocaso.
Lo porvenir está en sembrar el conuco, los patios, los jardines, las plazas, las terrazas, el campo y la ciudad. Lo porvenir está en inventar para no errar, y si algo sale mal advertirlo a tiempo y corregirlo todos. Asumir entre todos y compartir los aciertos y los equívocos es un ejercicio de sabiduría que nos enseñó Hugo Chávez. No ensayemos culpas para luego esperar perdones; aprendamos a hacer, haciendo. Ese es el camino socialista, bolivariano, chavista: no hay manuales.
Por: Kloriamel Yépez Oliveros
Misión Verdad
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