Eran unas figuras del thrash metal, pero a partir de ese trabajo se convertirían en estrellas mundiales del rock para el gran público. Black Album, que catapultó a Metallica a unas ventas astronómicas y a un éxito mucho más allá de las fronteras de su estilo, cumple 25 años.
"Se alinearon un montón de planetas. Eran las canciones correctas, con el productor adecuado, con una nueva actitud, con el enfoque apropiado en el estudio y en el momento justo", sintetizó el baterista Lars Ulrich, el alma del grupo junto con el cantante James Hetfield, en el documental Classic Albums: Metallica - The Black Album (2001).
Gracias a canciones legendarias como "Nothing Else Matters" o "Enter Sandman", la banda californiana salió con mucha pericia de los círculos del metal para arrasar con un disco que solo en Estados Unidos vendió más de 16 millones de ejemplares. No se puede decir que el descomunal éxito les llegó cuando eran unos novatos, pues para entonces Metallica tenía 10 años de vida como grupo.
Durante nueve meses, desde octubre de 1990 hasta junio de 1991, la banda se encerró en un estudio de Los Ángeles junto con el productor Bob Rock, que había trabajado con The Cult y Mötley Crüe y que apostaba por darle un nuevo aire al grupo, aunque ello costara fuertes pleitos y discusiones en una grabación muy complicada.
Frente al torbellino de su primera época, Black Album, que salió a la venta el 12 de agosto de 1991, bajó dentro de lo posible las revoluciones de Metallica. El disco incluyó canciones más sencillas y concisas, que dejaban de lado las estructuras complejas y con recovecos para mostrar un sonido pesado e inmediato. Esta decisión les abrió las puertas de par en par a un nuevo público, pero despertó ciertos recelos entre los sectores más fieles del metal.
La extraordinaria acogida del disco les lanzó sin freno a la carretera. Metallica dio 300 conciertos en 3 años y el mundo del rock duro parecía rendido a sus pies, con permiso de Guns N' Roses
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